Hace algún
tiempo me sorprendí al leer el epílogo que escribió Mary Shelley al respecto de
cómo nació la idea para escribir su obra “Frankenstein”, allí contaba que fué
un desafío que le propusieron;ella se lo tomó muy en serio,y más aún como un buen pretexto
para “ejercitar algún recurso de su mente que estuviera intacto”.
Esta simple
reflexión me movió el piso,¿Y por qué les cuento todo éste rollo?es porque a
veces pienso en todas las cosas que me gustaría hacer, es decir una lista
interminable, y es cuando me doy cuenta de que si me lo propusiera, pondría a
trabajar a todas esas neuronas criogenizadas,vagas,adormiladas y babeando
además.WAKE UP, arriba neuronas¡¡
Si naciera la
voluntad de pensar un poquito,eso haría ejercitar nuestra mente para enseguida
“actuar”, ya que hay muchas cosas que no hacemos por pura desidia,es decir,
pereza pura y dura.
El hacer un
regalo es un ejercicio que si se quiere puede ser relajante, enriquecedor y
sano, que retornará como un efecto boomerang,ya que cuando haya terminado de anudar
el moño del regalo usted habrá aprendido algo más de él o ella e incluso le
habrá aportado un saber a usted mismo.
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